BARRIO DE SAN LORENZO. HISTORIAS Y LEYENDAS EN CADA ESQUINA

El capítulo noveno de “La ciudad a través de sus personajes” no se refiere a una persona en concreto sino a las múltiples que protagonizan las numerosas historias y leyendas que jalonan las calles y edificios de este barrio tan singular. Es singular, entre otras razones, porque resulta insólito encontrar, en un espacio tan reducido como el que hay entre la plaza de San Lorenzo de Sevilla y el convento de Santa Clara, una concentración similar de historias y leyendas como la que nos encontramos en estos pocos metros. Historias y leyendas que giran alrededor de sus iglesias e imágenes, de sus calles, de sus edificios y de las personas que en algún momento los habitaron. Además no están circunscritas a un solo momento histórico, sino que abarcan, nada menos, que siete siglos, desde los años inmediatamente posteriores a la entrada de Fernando III en Sevilla, a mediados del siglo XIII, hasta el mismo siglo XX. Algo debe haber, por tanto, en estas calles y plazas para acumular tantas historias, auténticas o no, no es el objetivo de estas notas entrar en ello, porque son eso, leyendas, que el tiempo, la capacidad de fabulación de algún escritor, la tradición popular y la historia se han encargado de modelar. En este sentido dijo Gustavo Adolfo Becquer en el preámbulo de su leyenda “La cruz del diablo”: “Que lo creas o no, me importa bien poco. Mi abuelo se lo narró a mi padre, mi padre me lo ha referido a mí, y yo te lo cuento ahora, siquiera no sea más que por pasar el rato”.

Pues con estos personajes y con sus leyendas pasamos el rato en una ventosa mañana de sábado, con ellos y visitando la iglesia de San Lorenzo, acompañados por Ramón Cañizares, archivero de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo y autor del libro sobre la restauración de la pintura mural de la Virgen de Rocamador, objeto fundamental de nuestra visita. También realizamos una visita guiada al museo, recién inaugurado, del convento de Santa Rosalía. Muy interesante la vista de los retablos de la iglesia desde el coro alto, una visión imposible hasta la fecha para cualquier persona que no perteneciera a la clausura… Y como colofón a la mañana una reconfortante y merecida (teniendo en cuenta las duras condiciones meteorológicas de la jornada) comida en el excelente restaurante Eslava, donde Sixto Tovar y los excelentes profesionales que trabajan con él no decepciona nunca a sus visitantes.

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