Los caminos de Santiago.

“El Camino de Santiago es esto”, nos decía el alcalde de Palas de Rei con un gintónic en la mano, después de cenar en el hotel donde nos alojamos la primera noche. Se refería, no al gintonic lógicamente, sino a la camaradería, la cordialidad que se desprendía de un grupo que lo rodeábamos, formado por miembros de la asociación, recién llegados la mayoría, junto con otros que llevaban dos días caminando y ya apuntaban sus primeras ampollas en los pies, así cómo por otros peregrinos que se incorporaron a la tertulia. Fue la primera vez que oí esa afirmación.

“El Camino de Santiago es esto”, decía el párroco de Arzúa, cuando al finalizar la misa del peregrino, pidió a todos los que estábamos haciendo el Camino que nos acercáramos al presbiterio. Allí acudimos, además de españoles de distintas comunidades, franceses, alemanes, irlandeses, coreanos, norteamericanos,  italianos...El Camino como fenómeno religioso universal.

¡Qué esfuerzo me está suponiendo este año la operación bikini! exclamaba una jovencita que, agotada, trataba de coronar una cuesta en bicicleta. Al ver mi cara de sorpresa, un peregrino que caminaba en ese momento junto a mí, me miró y me dijo en un tono sereno, sin ningún atisbo de reproche: “El camino de Santiago, también es esto”... El Camino como deporte, como reto personal.

Después volví a oír la afirmación en referencia a momentos de solidaridad, o de contrariedad por la ausencia de albergues, o por las ampollas en los pies, o por lágrimas derramadas al llegar a la Plaza del Obradoiro o tras el abrazo al apóstol.

Al final, mi conclusión es que, efectivamente, tiene algo de todo lo anterior, y, en distintas proporciones, según cada persona, pero me quedo con la respuesta de Paco Nadal, conocido escritor y periodista de viajes, que en su guía del Camino, cuando se pregunta sobre cuales pudieran ser los motivos del éxito de esta ruta desde hace once siglos, dice “Quien comienza el Camino de Santiago, no sabe que empieza un viaje iniciático al interior de sí mismo...” “..es un viaje...al interior de uno mismo, que cada  cual emprende con su propio bagaje y objetivos”

Comparto esas reflexiones, pero añadiría que lo inicias con unos objetivos y terminas descubriendo algo que no esperabas. El Camino te va cambiando la visión de tí mismo, y de las personas que te acompañan, y, aunque no siempre descubres lo que te gustaría encontrar, gracias a un espíritu, que te hace sentir más fuerte, a pesar del agotamiento físico, y que te aporta deseos renovadores , consigues terminar el recorrido con un sentimiento de paz y satisfacción interior. A cada cual corresponde interpretar, dar o darse una explicación sobre la naturaleza de ese espíritu.

Pues sí. Hay muchos Caminos de Santiago. Tantos como caminantes. Eramos quince los que acordamos emprenderlo juntos, pero que, realmente, lo que se dice juntos, solo caminamos los kilómetros que separan el Monte do Gozo de la Plaza del Obradoiro, y creo que para ese tramo lo que nos unió fue una silla de ruedas.

No hubo una peregrinación de la Asociación Albariza a Santiago. Cada miembro hizo su peregrinación personal, caminando o ayudando al grupo con los coches de apoyo, partiendo desde puntos distintos, en alguna ocasión a horas diferentes, concluyendo y comenzando etapas en lugares distintos y caminando cada uno a su ritmo. Quince miembros de la asociación, bien avenidos , pero que, al terminar el desayuno, en los momentos previos al inicio de la etapa, surgía una especie de desapego . Cada uno quería realizar su propio camino. Volvía la unión a la hora de la cena.

El escritor Ferdinand Celine, considerado cómo uno de los precursores del existencialismo, en su libro “Viaje al fin de la noche” dice que “En la fatiga y la soledad se manifiesta lo divino de los hombres” La fatiga la teníamos todos y es probable que buscáramos algo de soledad. Quizás no sea el autor más apropiado, tratándose del Camino de Santiago, pero la cita viene que ni pintada... creo yo.

En definitiva, una bonita, misteriosa (hay algo indescifrable en esta ruta) y reveladora  experiencia personal, que espero poder repetir con más tiempo y en época de menos público.

Trause.